lunes, 30 de enero de 2017

Segura

Segura es un municipio guipuzcoano que nació en 1256 gracias a la intervención de Alfonso X el Sabio. La población nació amurallada con cinco puertas de acceso. Un par de incendios en el siglo XV la destruyeron totalmente, salvo una torre y la Iglesia Parroquial. En el siglo XVIII, cuando se buscó una alternativa más fácil al paso del túnel de San Adrián, un camino que pasaba por Salinas de Léniz (Leintz Gatzaga), Segura quedó apartada de las rutas comerciales y comenzó a languidecer. Es quizá gracias a eso que Segura ha podido mantener sus hermosos edificios.

El Convento de Franciscanas Concepcionistas, del s. XVI.

Casa solar de Arrue, edificio renacentista del s. XVI.


Plaza de San Juan.

Iglesia de Santa María de la Asunción, estilo gótico del s. XIV.

Portada neoclásica de 1878 de la Iglesia de Santa María de la Asunción.



El interior de la Iglesia sorprende porque no tiene bancos corridos.

Una puerta con la "eguzkilore" que protege de los malos espíritus.

Casa solar de Guevara, de la segunda mitad del s. XV.


Una de las puertas de acceso a Segura.

La misma puerta vista desde fuera.

En el balcón, dos maniquíes con reproducciones de antiguos vestidos vascos.



Palacio barroco con armas de Jauregui y alianzas.

Casa solar de Yarza, con fecha 1543 bajo el escudo.

Casa solar de Arrue, edificio renacentista del s. XVI con galería de arcos mudéjar.


Capilla del Santo Cristo


Una vista de la vecina villa de Zerain (ver http://unpocoydemas.blogspot.com.es/2014/10/zerain-y-minas-de-aizpea.html).



Son conocidas las procesiones de Semana Santa y la del obispillo "San Nikolas txikia" que se celebra cada 6 de diciembre en la que un niño vestido de obispillo recorre la villa montado en un burro.

Más información:
http://www.euskomedia.org/aunamendi/107933#0
http://sienteguipuzcoa.com/fiesta-del-obispillo-o-san-nikolas-txiki-en-segura-guipuzcoa/
https://turismo.euskadi.eus/es/localidades/segura/aa30-12375/es/
http://ezagutu.segura.eus/ES/
http://www.goierriturismo.com/segura

sábado, 28 de enero de 2017

Música

Cuando era pequeña, lo primero que hacía mi madre cuando se levantaba era poner la radio en la cocina y mi marido, lo primero que hace es encender la tele. Sin embargo, a mí me gusta el silencio relativo de la casa cuando los demás todavía no se han levantado. Pequeños sonidos amortiguados… una puerta que se cierra, la cucharilla dando vueltas, la vida volviendo a la casa poco a poco. Digamos que me encuentro cómoda en el sosiego aunque tampoco evito el alboroto y el barullo cuando están justificados y aparecen. Por ejemplo, no soporto los programas en los que se dedican a discutir y a gritarse o echarse pullas los unos a los otros pero me gusta ir de fiesta aunque prefiera no hacerlo a menudo. Es por eso que no aguanto demasiado bien esa necesidad de poner música por todos lados.
Sin embargo, en muchos establecimientos tienen música ambiental para todos. Imagino que estará probado que la música nos hace sentirnos mejor y favorece las ventas.
En el dentista también tienen música, aunque en este caso, supongo que será para tranquilizar a los pacientes. A pesar de ello, yo jamás podré estar tranquila en el dentista.
Y luego están las invasiones musicales en Carnavales y en Fiestas y la super-invasión de música en Navidad. Todas las calles y tiendas con música a todas horas para que te empapes del espíritu navideño. Estoy segura de que gracias a eso compramos más durante esas fechas.
Incluso, en los transportes colectivos, alguna vez he tenido que pedir a alguna persona que bajara la musiquita del móvil mientras jugaba con él en el tren y hace poco había música en el autobús, tan fuerte que con el ruido del autobús no se podía oír nada más. Afortunadamente, el volumen bajó, no sé si alguien se lo pidió al conductor.
Y no diré que para colmo porque reconozco que me gusta, mi hija pequeña es muy cantarina y hay momentos en que la paz no tiene lugar en mi casa.
Es por todo esto que a veces tengo la sensación de vivir dentro de un musical…

jueves, 26 de enero de 2017

Divulgación científica

Ya os he comentado que me gustan los temas de divulgación científica y de vez en cuando compro libros de ese tipo que llaman mi atención. A pesar de que suelo leer a gusto las revistas científicas, suelo tener serios problemas con los libros. ¿Qué ocurre? ¿Soy yo o es otra razón la que hace que no disfrute de la mayoría de esos libros?
Hay revistas con artículos amenos e interesantes. Parece que es relativamente fácil escribir un artículo y hacer que sea atractivo, pero escribir un libro entero, rellenar un mínimo de páginas para que parezca un libro… ¡eso ya es otro cantar!
Tengo un libro que se titula “Por qué los hombre no escuchan y las mujeres no entienden los mapas” de Allan y Barbara Pease que, remontándose a nuestro antepasados y al distinto uso que hacían del cerebro los hombres cazadores y las mujeres cuidadoras del hogar explica algunas de las diferencias de nuestros cerebros que hacen que hombres y mujeres, a veces, actuemos de manera diferente o no nos entendamos. El libro tiene unas 290 páginas y era bastante ameno pero sobraba la mitad. Evidentemente no había material pero 140 páginas les debían de parecer insuficientes, así que la mitad del libro no es más que darle vueltas y más vueltas a lo mismo.
Eduardo Punset es un divulgador científico español que, entre otras cosas, tenía un programa interesante y ameno en la televisión. Me compré un libro suyo titulado “El viaje al poder de la mente” que estaba estructurado en capítulos. Cada capítulo empezaba con un título pero cuando lo terminaba no era capaz de decir de qué hablaba el capítulo ni qué relación tenía con el título. Me sentía tremendamente frustrada y le comenté a mi amigo el fotógrafo lo que me ocurría. Se extrañó tanto cuando le conté que se me estaba haciendo tremendamente difícil de leer que le propuse que lo leyera él mismo. Tuvo que reconocer que era muy farragoso y no se entendía lo que quería transmitir.
Luego están los libros que se presentan como de divulgación y pretenden enganchar a todo el público cuando en realidad son para público especializado pero, claro, si se dirigieran bien tendrían muchísimas menos ventas. Si lo compras, salvo que pertenezcas a la minoría de público especializado, te sentirás estafado y con ganas de que te devuelvan el dinero. A este tipo pertenece el que os presenté hace poco “Viaje extraordinario al centro del cerebro” del Doctor Jean-Didier Vincent (ver unpocoydemas.blogspot.com/2017/01/libros-mal-promocionados.html).
Después están algunos libros de divulgación, autoayuda,… que, realmente, no aportan nada nuevo y al terminar piensas: “Todo eso ya lo sabía”. No sería tan grave si tú tienes cierto nivel de conocimientos y el libro estuviera escrito para personas con nivel más básico pero sería un problema si incluso a esas personas no les aporta. Si un libro no aporta, no tiene razón de ser.
Y por último están esos libros que agradeces haber leído: claros, amenos y que te enseñan. Podría citar “La crisis ninja” o “La hora de los sensatos” de Leopoldo Abadía, que explican de forma muy clara a qué se debió la crisis y qué se podría hacer para salir de ella. Otras muestras que ya os he presentado podrían ser “La Buena Suerte” de Álex Rovira Celma y Fernando Trías de Bes (ver http://unpocoydemas.blogspot.com.es/2014/02/la-buena-suerte.html?m=0) o “Salud total en 8 semanas” del Doctor Andrew Weil (ver http://unpocoydemas.blogspot.com.es/2014/06/salud-total-en-8-semanas.html?m=0).
Podría ser una idea que los libros tuvieran un marcador del nivel de conocimiento requerido al lector, por ejemplo: Básico, Medio, Avanzado, y que hubiera alguna manera de calibrar nuestros conocimientos para saber si ese libro está dirigido a nosotros o estamos fuera de rango. Poder determinarlo, tanto si es por encima como por debajo, podría minimizar la posibilidad de sentirnos frustrados (*) y disfrutaríamos más del hecho de comprar un libro de divulgación y leerlo.

(*) Aunque también podría hablaros de las excepciones, como este libro tan interesante “Mujeres que corren con los lobos” de Clarissa Pinkola Estés. Este ensayo desgrana bastantes cuentos clásicos, aunque no necesariamente conocidos, explicando de qué forma utilizaban antaño las madres estos cuentos para prevenir y advertir a sus hijas de los peligros del mundo. Esto era necesario porque se educaba a las hijas para ser sumisas y, de alguna forma, las madres tenían que enseñarles también aquello que no estaba bien y que no deberían aceptar. Claramente es para público especializado, sobre todo en psicología, y cuando lo leí me costó terminar sus más de 600 páginas. Algunas de sus explicaciones eran demasiado técnicas para mí pero creo que entendí, por ejemplo, por qué existía el cuento de “Barbazul”, un cuento que me horrorizó cuando lo leí para contárselo a mi hija mayor cuando era pequeña. Este libro, de nivel avanzado cuando yo no debería haber pasado del nivel medio, me hizo entender muchas nociones de psicología y un poco del funcionamiento del inconsciente. A pesar del esfuerzo que me supuso, nunca me arrepentí de haberlo leído.

martes, 24 de enero de 2017

Publicidad

No olvidamos que la publicidad sirva para intentar vender nuestros productos por encima de otros competidores. Intenta convencer a los posibles compradores de que sus productos son mejores o, bueno, lo que quiera conseguir la idea publicitaria.
Pero, personalmente, no me gustan las campañas publicitarias agresivas, por ejemplo la de la cadena Media Markt porque cuando oigo un anuncio de esa marca me da la sensación de que me llaman tonta porque no compro en Media Markt.
Tampoco me gusta la línea que siguen los cereales Choco Flakes porque me resultan un poco soeces y, de verdad, no le veo la necesidad.
Me gustan los anuncios con mensaje o los que son simpáticos, por eso cuando vi este sonreí.

No sé si en otros países también se amenaza a los niños con que les van a traer carbón si se portan mal...

domingo, 22 de enero de 2017

Fundación Albaola: la Nao San Juan (6)

Hacía bastante que quería volver a visitar Albaola para ver cómo va la construcción de la Nao San Juan (*) por lo que he decidido que hoy era el día. Mi marido me ha dejado en San Pedro (Pasai San Pedro) porque no se puede ir más lejos en coche.
La curiosa fuente de San Pedro.

La puerta de la Iglesia Parroquial con San Pedro custodiando la llave del Cielo.

Rincones y callejuelas que nos recuerdan al vecino San Juan (Pasai Donibane) que se encuentra enfrente.



No he llegado a tiempo de sacar una bonita foto mientras se cruzaban los dos barcos. Uno de los marineros se ha dado cuenta de que iba a fotografiar el barco y sacude los brazos para llamar la atención.


De todas formas, parece que hay bastante movimiento de barcos que entran y salen.

Y, al cabo de unos diez minutos andando, llego a Albaola que está ubicado en el lugar donde hubo un antiguo astillero. Si queréis, podréis llegar en barco desde Donostia.

Madera a la espera.

Soy obediente y no utilizo las fotos para uso comercial.


Parece mentira que antes del descubrimiento de América, aquí no existieran ni las alubias, ni el tomate, el maíz, las patatas o los pimientos. Estos alimentos se convirtieron en básicos después de traerlos desde allí.

Los carpinteros de ribera (**) trabajando.

Poco a poco la Nao San Juan va cogiendo forma. Aquí la proa.

Y desde aquí vemos la popa. Ya han colocado la primera cubierta de las tres que tendrá la nao, ya que tiene 3 pisos más la cubierta superior.

La parte de abajo de la popa que estará en el agua.

La parte de la proa que estará sumergida.

Se acerca la hora del cierre y ya están recogiendo. Mañana, lunes, tienen fiesta.

Me vuelvo andando a casa, son unos 40 minutos a buen paso. Por el camino fotografío el puerto mientras oscurece.


(*) He venido informándoos del proceso de su construcción pero no lo había vuelto a ver desde hace casi un año (ver unpocoydemas.blogspot.com/2016/02/fundacion-albaola-la-nao-san-juan-5.html, la última vez que os hablé de este proyecto).
(**) Los carpinteros de ribera son los que se encargan de la construcción de barcos.

viernes, 20 de enero de 2017

Itsasondo

Es un pequeño pueblo situado en el Goiherri guipuzcoano. Parte de él está adaptado a la morfología escarpada del entorno aunque la mayoría de los edificios no tiene un interés particular. Se dedicó a la producción de pizarra gracias a sus minas que se cerraron en 1970.


Pensada para adaptarse al terreno.


La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Esta iglesia es de origen medieval aunque lo que más se ve de ella sea del s. XVI.





El lavadero municipal