Desde el pasado 11 de Diciembre, la escultura “Armonía del Sonido” de Maximilian Pelzman ocupa una ventana falsa en la fachada de la Basílica Santa María del Coro. Y desde ese día suscita todo tipo de opiniones y comentarios.
Es verdad que cuando se coloca una obra nueva, concebida como tal, en un lugar de otro tiempo y época, el simple contraste que antes no existía, normalmente predispone al público contra la novedad, una especie de dificultad de adaptación respecto a lo que siempre ha estado ahí y que debería de seguir como está. Pero, salvo casos excepcionales de repulsa colectiva a una obra, al cabo de un tiempo (que dependerá de cada caso) el pueblo se acostumbrará a verla y ya parecerá que siempre ha estado ahí.
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