Si cuando paseamos observamos lo que nos rodea con los ojos abiertos, podremos encontrar detalles que nos sorprenderán. Ya sé que normalmente paseamos con los ojos abiertos, porque si no nos tropezaríamos, pero me refiero a mirar alrededor, buscar la belleza, lo diferente. Entiendo que paseemos “sin ver” cuando estamos en la cinta de un gimnasio: como no cambia lo que tenemos a nuestro alrededor, deja de ser interesante. Pero cuando paseamos, sea donde sea, podemos observar los pequeños detalles que nos rodean. Si es en una ciudad, quizá tengamos que hacerlo de forma disimulada, pero en el campo, podremos mirar sin disimulo: las plantas y árboles, las flores y los bichos, el camino, el cielo,…
De esa forma me encontré con este hermoso “puzle” en la corteza de un pino.
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