Como estas vacaciones de Semana Santa no teníamos nada previsto dadas nuestras limitaciones, aprovechando que ha mejorado el tiempo he consumido mis vacaciones haciendo algo que tenía pospuesto desde enero: pintar algunas paredes de mi casa después de haber cambiado las ventanas. El tiempo tan lluvioso que ha hecho y la necesidad de varios días para llevarlo a cabo, han conseguido que lo fuera posponiendo hasta que me he decidido a hacerlo.
Han sido casi cinco días super-intensos. Ya puedo sentirme satisfecha del trabajo bien hecho. Y debería recompensarme con alguna maravillosa excursión pero no puede ser… Además, se me acabaron las vacaciones y estoy ¡tan cansada! Pero eso no es excusa para quedarme en casa esta tarde que tengo libre y el sol resplandece en lo alto.
Hemos aparcado el coche en El Antiguo, el barrio de Donostia que está cerca de la playa de Ondarreta. Nuestra idea es acercarnos al “Peine del viento”, el conjunto escultórico de Chillida que se encuentra al final del paseo de la playa de Ondarreta. Un paseo suave y asequible para mi marido que todavía está convaleciente.
La playa de Ondarreta, con la isla de Santa Clara y el monte Urgull al fondo coronado por la imagen del Sagrado Corazón.
Otra imagen de la playa con Peñas de Aya al fondo. Como podéis ver no hay demasiada gente en la playa porque a pesar del sol, el viento era muuuyyyy fresco.
Juego de olas.
El agua, super limpia…
“Branka”, un estupendo restaurante, pero no esperes que sea barato.
Aunque estés de turista en tu propia ciudad, por lugares en los que has paseado muchísimas veces, si estás atento, podrás encontrar cosas que te sorprendan. Y he aquí lo que me ha sorprendido mientras pensaba en sacar fotos del “Peine del Viento”: este curioso triciclo.
Como podéis ver, causando expectación.
Y ya llegamos al “Peine del Viento”.
Si te colocas encima de los agujeros, cuando el mar golpea en el muro, sale aire o incluso agua por ellos, sobre todo con marea alta.
Son 3 las esculturas de hierro que conforman el “Peine del Viento”.
En esta imagen, la que queda a la derecha y la del fondo.
Otra perspectiva de la escultura de la derecha.
La escultura del fondo, en solitario.
La de la izquierda y la del fondo, con una gaviota posada.
Ya de vuelta, hemos descubierto que el triciclo no se había ido demasiado lejos.
Algunos aprovechan para intentar pescar, dejando las cañas solas pues ya saben lo que tienen que hacer.
El palacio Miramar y el túnel del Antiguo.
Uno de los accesos al palacio Miramar.
La parroquia de San Sebastián Mártir en el Antiguo.
Algunos árboles están preciosos, parecen un estallido de flores.
Ya estamos terminando el paseo pero no quiero hacerlo sin enseñaros el parque de Zubimusu. Hace poco leí que algunos ciudadanos quieren que se quite porque al estar por debajo del nivel de las calles, en invierno es frío y húmedo, y querían sustituirlo por un parque más convencional al nivel de la calle. Lo que quizá no sepan es que esos árboles estaban ahí antes de que se hicieran esas casas, que ese parque está bajo el nivel de la calle porque era una pequeña hondonada que se ha querido conservar.
Esta pareja de niños juega con el agua.
Cada hora, una figura emerge de la chimenea al son de la música.
Volvemos al coche. No ha sido un paseo largo, aunque para mi marido ha sido suficiente, pero regresamos satisfechos.
Han sido casi cinco días super-intensos. Ya puedo sentirme satisfecha del trabajo bien hecho. Y debería recompensarme con alguna maravillosa excursión pero no puede ser… Además, se me acabaron las vacaciones y estoy ¡tan cansada! Pero eso no es excusa para quedarme en casa esta tarde que tengo libre y el sol resplandece en lo alto.
Hemos aparcado el coche en El Antiguo, el barrio de Donostia que está cerca de la playa de Ondarreta. Nuestra idea es acercarnos al “Peine del viento”, el conjunto escultórico de Chillida que se encuentra al final del paseo de la playa de Ondarreta. Un paseo suave y asequible para mi marido que todavía está convaleciente.
La playa de Ondarreta, con la isla de Santa Clara y el monte Urgull al fondo coronado por la imagen del Sagrado Corazón.
Otra imagen de la playa con Peñas de Aya al fondo. Como podéis ver no hay demasiada gente en la playa porque a pesar del sol, el viento era muuuyyyy fresco.
Juego de olas.
El agua, super limpia…
Aunque estés de turista en tu propia ciudad, por lugares en los que has paseado muchísimas veces, si estás atento, podrás encontrar cosas que te sorprendan. Y he aquí lo que me ha sorprendido mientras pensaba en sacar fotos del “Peine del Viento”: este curioso triciclo.
Como podéis ver, causando expectación.
Y ya llegamos al “Peine del Viento”.
Si te colocas encima de los agujeros, cuando el mar golpea en el muro, sale aire o incluso agua por ellos, sobre todo con marea alta.
Son 3 las esculturas de hierro que conforman el “Peine del Viento”.
En esta imagen, la que queda a la derecha y la del fondo.
Otra perspectiva de la escultura de la derecha.
La escultura del fondo, en solitario.
La de la izquierda y la del fondo, con una gaviota posada.
Ya de vuelta, hemos descubierto que el triciclo no se había ido demasiado lejos.
Algunos aprovechan para intentar pescar, dejando las cañas solas pues ya saben lo que tienen que hacer.
El palacio Miramar y el túnel del Antiguo.
Uno de los accesos al palacio Miramar.
La parroquia de San Sebastián Mártir en el Antiguo.
Algunos árboles están preciosos, parecen un estallido de flores.
Ya estamos terminando el paseo pero no quiero hacerlo sin enseñaros el parque de Zubimusu. Hace poco leí que algunos ciudadanos quieren que se quite porque al estar por debajo del nivel de las calles, en invierno es frío y húmedo, y querían sustituirlo por un parque más convencional al nivel de la calle. Lo que quizá no sepan es que esos árboles estaban ahí antes de que se hicieran esas casas, que ese parque está bajo el nivel de la calle porque era una pequeña hondonada que se ha querido conservar.
Esta pareja de niños juega con el agua.
Cada hora, una figura emerge de la chimenea al son de la música.
Volvemos al coche. No ha sido un paseo largo, aunque para mi marido ha sido suficiente, pero regresamos satisfechos.
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