Este libro de Annabel Pitcher es una pequeña joyita. La visión de un niño sobre lo que pasa a su alrededor. Una familia desestructurada debido a un hecho traumático. El intento por parte de ellos de recoger los pedazos y componerlos de nuevo. Veremos el sinsentido de la intransigencia y la intolerancia.
Un amigo me decía que no le gustaba que el niño expresara reflexiones que parecían de un adulto pero, a veces, los adultos nos comportamos de forma muy poco “adulta” y los niños se comportan de manera muy poco “infantil”.
Hace unos años recordé una anécdota de mi infancia que yo tenía aparcada en mi memoria. Nadie me la había contado porque nadie la sabía, así que no es un recuerdo modificado por lo que me han contado los adultos. Yo tendría unos seis años y era verano. Mi hermana tendría tres y cantaba con su “lengua de trapo” la canción del verano. Mi madre y nuestras vecinas, a las que les hacía gracia, le pedían que la cantara una y otra vez. Yo, por mi parte, cantaba esa misma canción de la mejor manera que sabía, para enseñarles lo bien que lo hacía, pero nadie me hacía caso. Mientras, yo pensaba: “Pero, ¿no se dan cuenta de que canta mal?” En este caso, los adultos no se estaban comportando de forma demasiado adulta. Cuando he tenido hijos, recordando este incidente, he intentado valorar a cada uno en lo suyo: a la mayor le he hecho entender que lo hacía muy bien pero que la pequeña era muy graciosa en su intento por conseguir sus retos. De esta manera se evitan celos entre hermanos que muchas veces son causados por adultos irresponsables. El mayor se siente orgulloso y puede reír, también, las gracias de su hermano pequeño.
Sólo tiene 251 páginas y os la podéis leer de un tirón. No es un cuento de color rosa pero dentro del dolor, enseña a tener esperanza mientras nosotros ponemos de nuestra parte por superar nuestros duelos.
Me gustaría que me comentarais qué os ha parecido en caso de haberlo leído.
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