A pesar de que el domingo pasado había alerta por nieve al nivel del mar, la nieve no ha llegado hasta el jueves y viernes de esta semana pero como los que trabajamos no podemos ir a la nieve cuando queremos he tenido que esperar hasta hoy para poder hacerlo. Hoy el día estaba un poco más templado y había que ir a buscar la nieve. Aprovechando que a mi marido le han dado tregua con la quimio y que no le hace efecto el frío, hemos cogido el coche para ir hacia Peñas de Aia. Las faldas de Peñas de Aia estaban de bote en bote, llenas de coches y familias, así que hemos ido hacia el Castillo del Inglés, que estaba menos concurrido.
Por el camino hemos sacado alguna foto de Peñas de Aia pero, como el sol estaba oculto por las nubes, la nieve no brillaba.
Y hemos comenzado un bonito paseo.
Más hermoso si cabe con un rayo de luz.
Y en la nieve virgen, hemos encontrado estas pequeñas huellas. Después de observarlas, hemos creído que podrían tratarse de huellas de conejo y hemos jugado a “seguir las huellas del señor conejo” durante un rato, hasta que han llegado a una cuesta pronunciada y hemos decidido seguir por otro lado.
El camino.
Al lado del camino, la nieve virgen.
Algunos niños van con su trineo pero seguro que éste se estaba divirtiendo de lo lindo con su cartón.
Un cruce de caminos. Unas huellas parecían de un pájaro y las otras de un ratón o así.
¿Y esta huella?
¡Ah! Mira lo que era: los trozos de nieve que se desprenden con las pisadas ruedan por la cuesta dejando esa marca.
Mi huella.
Vida entre la nieve.
Una familia jugando en la nieve: súper-divertido.
Y cuando ya bajábamos, nos hemos dado cuenta de que ¡alguien se había tirado en parapente desde arriba!
Por el camino hemos sacado alguna foto de Peñas de Aia pero, como el sol estaba oculto por las nubes, la nieve no brillaba.
Y hemos comenzado un bonito paseo.
Más hermoso si cabe con un rayo de luz.
Y en la nieve virgen, hemos encontrado estas pequeñas huellas. Después de observarlas, hemos creído que podrían tratarse de huellas de conejo y hemos jugado a “seguir las huellas del señor conejo” durante un rato, hasta que han llegado a una cuesta pronunciada y hemos decidido seguir por otro lado.
El camino.
Al lado del camino, la nieve virgen.
Algunos niños van con su trineo pero seguro que éste se estaba divirtiendo de lo lindo con su cartón.
Un cruce de caminos. Unas huellas parecían de un pájaro y las otras de un ratón o así.
¿Y esta huella?
¡Ah! Mira lo que era: los trozos de nieve que se desprenden con las pisadas ruedan por la cuesta dejando esa marca.
Mi huella.
Vida entre la nieve.
Una familia jugando en la nieve: súper-divertido.
Y cuando ya bajábamos, nos hemos dado cuenta de que ¡alguien se había tirado en parapente desde arriba!
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