Este fin de semana me he reencontrado con las compañeras de cole con las que terminé EGB allá por el año 1974 después de convivir con ellas durante tres años de los que guardo gratos recuerdos. ¡Ha hecho ya la friolera de 40 años! Y parece que fue ayer…
Cuando terminamos de estudiar juntas y durante algunos años, la organizadora de eventos (*) nos estuvo reuniendo periódicamente hasta que fue madre y empezó a dedicarse a otros menesteres. Como nadie cogió el testigo, nos hemos juntado alguna vez más pero hacía 18 años que no quedábamos.
Esta vez ha sido otra compañera la que ha tomado el testigo y se ha encargado de buscar teléfonos e intentar localizarnos. No éramos muchas, yo recuerdo que éramos 17 chicas aunque hay un nombre que se me resiste y sólo recuerdo 16 (incluyéndome a mí, claro).
Cuando acudía a la cena, debo reconocer que me sentía un poco nerviosa pero en cuanto nos juntamos, pareció que retrocedíamos 40 años en el tiempo. Al final, conseguimos reunirnos ocho mujeres de las que compartimos aquellos años. Muchas historias que contar y anécdotas que recordar. Lo primero, ponernos al día de nuestras vidas, trabajos e hijos. Alguna, incluso, será abuela en diciembre. Una noche divertidísima que recordaré para siempre.
Sólo espero que el testigo no caiga y consigamos repetirlo de nuevo el año que viene. Y, si fuera posible, recoger a alguna más por el camino.
(*) siempre hace falta que haya alguien que se encargue
Cuando terminamos de estudiar juntas y durante algunos años, la organizadora de eventos (*) nos estuvo reuniendo periódicamente hasta que fue madre y empezó a dedicarse a otros menesteres. Como nadie cogió el testigo, nos hemos juntado alguna vez más pero hacía 18 años que no quedábamos.
Esta vez ha sido otra compañera la que ha tomado el testigo y se ha encargado de buscar teléfonos e intentar localizarnos. No éramos muchas, yo recuerdo que éramos 17 chicas aunque hay un nombre que se me resiste y sólo recuerdo 16 (incluyéndome a mí, claro).
Cuando acudía a la cena, debo reconocer que me sentía un poco nerviosa pero en cuanto nos juntamos, pareció que retrocedíamos 40 años en el tiempo. Al final, conseguimos reunirnos ocho mujeres de las que compartimos aquellos años. Muchas historias que contar y anécdotas que recordar. Lo primero, ponernos al día de nuestras vidas, trabajos e hijos. Alguna, incluso, será abuela en diciembre. Una noche divertidísima que recordaré para siempre.
Sólo espero que el testigo no caiga y consigamos repetirlo de nuevo el año que viene. Y, si fuera posible, recoger a alguna más por el camino.
(*) siempre hace falta que haya alguien que se encargue
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