El tiempo durante este fin de semana ha sido fabuloso. Un estupendo adelanto de la primavera a finales del invierno. Hoy hemos aprovechado para pasear por Jaizkibel, el monte que va desde Donibane hasta Hondarribia, bordeando la costa. Es un monte con muchas posibilidades, ya que por un lado llega hasta el mar.
Prácticamente por su cima corre una carretera pintoresca (llena de curvas, se entiende) con hermosas vistas al mar. Podemos encontrar un mirador desde el que se observa la bahía de Txingudi y los montes de alrededor. Recorriendo la cresta quedan los restos de una serie de torres de vigilancia. ¿Veis una a lo lejos?
Hoy nos hemos dedicado a pasear por algunos de los senderos y disfrutar de las vistas. Hemos encontrado tímidos asomos de la primavera en forma de flores, aunque los árboles, todavía no se han atrevido a sacar las hojas.
Encontraréis por doquier enormes bloques de piedra arenisca, erosionada por siglos de vientos que semejan paisajes lunares.
Como podéis ver, hoy la mar estaba como una bañera cuando hace unas semanas se comportaba como un demonio.
Y podemos perdernos por sus caminos en los que podremos encontrar: riachuelos, ovejas, vacas,...
Parece que esta vez el ganadero no ha necesitado llenar el comedero para dar de comer a las vacas.
He aquí uno de los pasos a rebasar que evita que el ganado escape de la cerca permitiendo a los paseantes disfrutar.
En su ladera, junto al mar, se pueden encontrar apartadas calas que muchos conocen pero no tantos frecuentan, porque no son de fácil acceso. Ya os enseñaré alguna otro día.
Prácticamente por su cima corre una carretera pintoresca (llena de curvas, se entiende) con hermosas vistas al mar. Podemos encontrar un mirador desde el que se observa la bahía de Txingudi y los montes de alrededor. Recorriendo la cresta quedan los restos de una serie de torres de vigilancia. ¿Veis una a lo lejos?
Hoy nos hemos dedicado a pasear por algunos de los senderos y disfrutar de las vistas. Hemos encontrado tímidos asomos de la primavera en forma de flores, aunque los árboles, todavía no se han atrevido a sacar las hojas.
Encontraréis por doquier enormes bloques de piedra arenisca, erosionada por siglos de vientos que semejan paisajes lunares.
Como podéis ver, hoy la mar estaba como una bañera cuando hace unas semanas se comportaba como un demonio.
Y podemos perdernos por sus caminos en los que podremos encontrar: riachuelos, ovejas, vacas,...
Parece que esta vez el ganadero no ha necesitado llenar el comedero para dar de comer a las vacas.
He aquí uno de los pasos a rebasar que evita que el ganado escape de la cerca permitiendo a los paseantes disfrutar.
En su ladera, junto al mar, se pueden encontrar apartadas calas que muchos conocen pero no tantos frecuentan, porque no son de fácil acceso. Ya os enseñaré alguna otro día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario