Ahora que ha llegado la primavera y las plantas empiezan a florecer, es el momento de disfrutar de los olores florales cuando se pasea por el campo.
A mí, particularmente, me encantan. Cuando paseo y huelo a flores, intento identificar cuál de las que me rodea es la causante del olor.
Algunas de las flores que me atraen por su olor:
Algunas de las que ya han pasado: la mimosa, con su fragancia que casi marea, y el magnolio, con su suave aroma (ver el post en el mes de febrero http://unpocoydemas.blogspot.com.es/2014/02/mi-magnolio-favorito.html).
Cuando estuve a primeros de mes en Sevilla tuve ocasión de volver disfrutar del aroma de la flor del naranjo, el conocido azahar.
En este momento podéis disfrutar de la flor del pitósporo cuyo olor me lo recuerda. No es fácil encontrar naranjos por aquí pero es relativamente fácil encontrar pitósporos. Es un digno sustituto de su fragancia.
La flor de la acacia (falsa acacia), en forma de blancos racimos, con su aroma sutil.
Otra flor que tiene sus adeptos pero a mí no me convence, es la glicinia. Si estoy demasiado cerca de sus racimos de color lila, consigue marearme.
Más adelante, las rosas, aunque las más bonitas no tienen olor y los claveles, que les pasa un poco lo mismo.
Así que prefiero las clavelinas silvestres que no han perdido su aroma.
El olor de las plantas aromáticas también me gusta mucho.
Si os fijáis en los montes, como los árboles florecen en distintos momentos, cuando lo hacen, se distinguen entre el resto. Cuando estuvieron las mimosas en flor, manchas amarillas las destacaban entre los demás árboles. En este momento, son las acacias (falsas acacias) las que se distinguen con sus racimos de flores blancas y más adelante, hacia junio, serán los castaños con sus flores en estrella los que se vean a distancia.
No puedo hablar demasiado bien del olor de las flores del castaño, es muy extraño, como a tierra mojada.
Pero supongo que, como todo, para gustos están los perfumes de las flores.
A mí, particularmente, me encantan. Cuando paseo y huelo a flores, intento identificar cuál de las que me rodea es la causante del olor.
Algunas de las flores que me atraen por su olor:
Algunas de las que ya han pasado: la mimosa, con su fragancia que casi marea, y el magnolio, con su suave aroma (ver el post en el mes de febrero http://unpocoydemas.blogspot.com.es/2014/02/mi-magnolio-favorito.html).
Cuando estuve a primeros de mes en Sevilla tuve ocasión de volver disfrutar del aroma de la flor del naranjo, el conocido azahar.
En este momento podéis disfrutar de la flor del pitósporo cuyo olor me lo recuerda. No es fácil encontrar naranjos por aquí pero es relativamente fácil encontrar pitósporos. Es un digno sustituto de su fragancia.
La flor de la acacia (falsa acacia), en forma de blancos racimos, con su aroma sutil.
Otra flor que tiene sus adeptos pero a mí no me convence, es la glicinia. Si estoy demasiado cerca de sus racimos de color lila, consigue marearme.
Más adelante, las rosas, aunque las más bonitas no tienen olor y los claveles, que les pasa un poco lo mismo.
Así que prefiero las clavelinas silvestres que no han perdido su aroma.
El olor de las plantas aromáticas también me gusta mucho.
Si os fijáis en los montes, como los árboles florecen en distintos momentos, cuando lo hacen, se distinguen entre el resto. Cuando estuvieron las mimosas en flor, manchas amarillas las destacaban entre los demás árboles. En este momento, son las acacias (falsas acacias) las que se distinguen con sus racimos de flores blancas y más adelante, hacia junio, serán los castaños con sus flores en estrella los que se vean a distancia.
No puedo hablar demasiado bien del olor de las flores del castaño, es muy extraño, como a tierra mojada.
Pero supongo que, como todo, para gustos están los perfumes de las flores.
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