En esta época en que cada vez creemos menos, la Navidad ha perdido un poco su razón de ser y, a veces, la reducimos a juntarnos en familia y comer y beber sin parar. Quizá deberíamos frenar un poco. Deberíamos ver la Navidad como la oportunidad de estar juntos, hablar de nuestras cosas, compartirlas,… El comer y el beber, que dan tantos quebraderos de cabeza a quienes se ocupan de la organización, deberían ser secundarios. Recuperemos el espíritu de la NAVIDAD aunque no seamos creyentes. Reforcemos los lazos familiares, los lazos con los amigos,… Nos ayudarán a pasar mejor el mañana. ¿Comer y beber? No es tan importante. Permitamos a los que tienen que organizar la fiesta que se relajen, que participen en las conversaciones, que no estén pendientes de que no le falte nada a nadie. Colaboremos para que las fiestas de este año sean especiales para todos.
¡Feliz Navidad!
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