Síndrome de Down

Ayer fue uno de esos raros días en los que voy a la peluquería y conocí a una mujer con síndrome de Down que nos alegró la mañana con esa manera inocente y sin filtros, que tienen, de decir las cosas. Esa sonrisa que siempre tienen en el rostro, como niños grandes…
Me sorprendió que tuviera 58 años, que no aparentaba, y recordé que hace apenas 50 años, una persona con su problemática, difícilmente habría llegado a esa edad y, probablemente, ni siquiera habría salido de casa, ocultada como si fuera un monstruo que nadie debería ver. Afortunadamente, las circunstancias han cambiado. Hay asociaciones que protegen sus derechos, informan y asesoran a los padres para poder afrontar el caso (que a menudo no es fácil) y ayudan a las personas con síndrome de Down a encontrar un trabajo para poder ser independientes. La medicina ha conseguido solucionar algunos de los problemas asociados a ese tipo de patología para ganar en calidad de vida y con su alegría desbordante pueden colaborar durante más tiempo a alegrar la vida de los que les rodean.

Más información:
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