miércoles, 22 de enero de 2014

Campo cuántico-X3

Los profanos en la materia, quizá no podamos discutir sobre arte. Desde luego, frente a un artista, no podremos decir qué es y qué no es arte, pero lo que no nos pueden impedir es decir si algo nos gusta o no nos gusta.
He ido un par de veces al museo Guggenheim de Bilbao. Y muchas de las cosas que hay dentro, al menos para mí, son discutibles. Un cuadro completamente pintado de azul, no me dice nada aunque sea un color registrado. Para mí es como una pared pintada de ese color o parecido. O un par de tiburones metidos dentro de dos recipientes de metacrilato… O la habitación con la cama deshecha…
Pero siempre he encontrado cosas que realmente me han merecido la pena. El edificio me parece espectacular. Puppy constituye el reclamo perfecto. En una de las visitas había un camino de losetas de diferentes formas y tamaños que, en contra de lo habitual (“no se puede tocar”), nos indicaron que había que pisar: cada loseta sonaba diferente y si lo recorrías corriendo (esto se podía dejar a los niños) sonaba como una musiquita. Hay cuadros con combinaciones de colores que, cuando los miras, dices: “me gusta”. Letreros de neón que, al menos, pueden resultar sorprendentes,…






































Una de las exposiciones que más me llamó la atención en una de las visitas, fue la instalación Campo cuántico-X3 del arquitecto japonés Hiro Yamagata y que se pudo disfrutar entre el 13 de agosto del 2004 y el 30 de abril del 2005. Esta instalación consistía en dos enormes estructuras revestidas de material holográfico sobre las que se proyectaban haces de rayos láser.  

La experiencia de luz y color era impactante, como podréis comprobar en las fotos.


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