viernes, 18 de abril de 2014

a Besaide

Hoy hemos aprovechado el buen tiempo y el día festivo de Viernes Santo para hacer una excursión que hacía tiempo quería hacer: visitar el monumento a los montañeros caídos, en Besaide o más bien, los monumentos, ya que son dos.
Besaide es un pequeño monte al que se puede acceder desde el barrio Udala en Arrasate-Mondragón.


Hay que tomar un camino a la derecha, detrás de la iglesia y seguir las indicaciones.

Muchos de los caminos, sobre todo los que llevan a montes con nombre, están señalizados con marcas de pintura en árboles y piedras. En este caso, en caso de duda, deberás seguir las marcas amarilla y blanca, como en esta imagen. Si están en forma de aspa, significa que no es el camino a seguir.













Bonitos contrastes de luz y sombras durante el camino...





















... y bonitas flores...

... y curiosamente, encinas, que no son muy habituales por estos lares...

Una graciosa cabra haciendo equilibrios mientras come.


Un pequeño potrillo requiere a su madre.
















Las piedras del camino desgastadas después de miles de pisadas.
















Un espino en espera de sus bonitas flores blancas.


Un retoño de roble. ¿Llegará a convertirse en uno majestuoso?


Un haya con sus hojas, recién nacidas, de un hermoso color verde.

















Las raíces de un gran árbol queriendo asomar a la superficie.















Se llega primero al monumento construido en 1990 por el artista japonés Yoshin Ogata.

Desde el lugar se observan unas hermosas vistas del Anboto. Un monte emblemático, en el que se encuentra la más importante de las moradas de la diosa Mari. La diosa Mari, para quien no lo sepa, es la más importante de la mitología vasca precristiana.

Una pequeña subida y accedemos al primer monumento, que se realizó en los años 50 por el arquitecto Pueyo y por encargo del Club Vasco  Navarro de Montaña.










Como curiosidad, se encuentra en la "muga" (frontera) entre las tres provincias vascas: Guipúzcoa, Alava y Vizcaya y un mojón así lo atestigua.











Cerca, se encuentra el buzón del monte Besaide de 550 m como así se indica. No sé cómo funciona en otros lugares, pero los buzones sirven para que las asociaciones de montaña puedan conocer los metros de altura realmente realizados por sus socios durante el año y poder entregar los trofeos correspondientes.
Un montañero abre el buzón, extrae el vale que acredita que otro montañero estuvo allí y deja el suyo. Entregará el vale recogido en su asociación que se encargará de notificarlo a la asociación del montañero al que pertenecía el vale recogido. El siguiente montañero que llegue al buzón, hará lo propio con el vale que encuentre.










No hemos querido volver por el mismo camino y casi nos sale caro. No estaba muy bien indicado y casi llegamos muy lejos. Menos mal que mi marido se orienta muy bien y ha decidido que por allí no íbamos bien y hemos ido por aquellos que le parecían más adecuados.
Mientras, nos hemos encontrado con una charca llena de renacuajos en sus orillas. Hacía tiempo que no veía una charca tan llena de vida.










Y también nos hemos encontrado una calera. Es un agujero en la tierra que, en la antigüedad, se utilizaba para quemar la piedra caliza y obtener cal viva. Esta servía para encalar las casas y los frutales, con el fin de evitar los bichos, como conglomerante en construcción, para el curtido de pieles,...































Y cuando hemos terminado la vuelta, hemos comido con unas hermosas vistas al Anboto. ¿Qué más se puede pedir?

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