Debo reconocer que, aunque ha habido fiestas en que me lo he pasado bien, nunca he sido demasiado fiestera. Quizá el hecho de que se abuse del alcohol en ellas y a mí nunca me haya gustado beber en exceso tenga algo que ver… a partir de cierta hora hay que tener cuidado con los borrachos. Además, no llevo muy bien el hecho de tener que estar contenta y tener que pasármelo bien porque son fiestas.
También tengo otro argumento en contra de las fiestas y es que al beber mucho líquido, se tiene que eliminar otro tanto y no siempre se hace de forma civilizada. Al día siguiente el aroma del pueblo podría llamarse como dicen mis hijas: “Eau d’orín”.
También tengo otro argumento en contra de las fiestas y es que al beber mucho líquido, se tiene que eliminar otro tanto y no siempre se hace de forma civilizada. Al día siguiente el aroma del pueblo podría llamarse como dicen mis hijas: “Eau d’orín”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario