lunes, 1 de diciembre de 2014

Pastas de nata

Recuerdo que cuando empecé a interesarme por la cocina, me plantaba junto a mi madre observando lo que hacía y apuntándolo en un cuaderno. A la hora de cuantificar, teníamos un problema porque mi madre decía: “Y le echas sal”. Y yo preguntaba: “¿Cuánto?” y mi madre me contestaba: “No sé, ya verás”.
Y es verdad, cuando eres novata o cuando haces una receta por primera vez, necesitas que te den los tiempos y las cantidades precisas para estar tranquila, pero cuando ya tienes cierta experiencia, aprendes a calcular. Cuando alguna de mis hijas pretende lo que yo hice en su momento, a pesar de que intento precisar más porque sé la inseguridad que causa el no conocer las cantidades, no siempre puedo hacerlo. A veces tengo que contestar con: “No sé, echas y si tienes dudas, pruebas”.
Hacía mucho que no preparaba pastas de nata, por lo que he tenido que recurrir a la receta manuscrita que guardo. ¡Oh! Es una receta de esas. Me sirve a mí, para preparar las pastas pero debo reconocer que queda un poco escasa para hacerlas por primera vez. He tenido que hacer pastas 2 veces para, según las hacía, retener un poco más de información sobre las cantidades.
Necesitaréis:
- 1 taza de nata líquida (alrededor de 200 cc)
- 1 taza de azúcar
- 2 huevos
- Cáscara de naranja rallada (opcional)
- Una cucharadita de levadurina (levadura química)
- Unas 5-6 tazas de harina (aseguraos de que tenéis para que no os pase como a mí, que en mitad del proceso, uno de los días, he tenido que enviar a una de mis hijas a comprarla. Sorprendentemente, no había paquete de harina de reserva)
- Cortapastas y rodillo (opcional)

Mezclar en un bol grande harina (dos tazas) con la levadurina y el azúcar. Si vais a utilizar ralladura de naranja, echarla en este momento.

Mezclar en un vaso batidor la nata y los huevos con la batidora. Echar en la mezcla de harina y azúcar.

Mezclar con una cuchara de madera.

Ir añadiendo harina hasta que la masa se vaya compactando. Cuando llevéis unas 4-5 tazas de harina, costará manejar la cuchara, es el momento de mancharse las manos.

Amasar y seguir añadiendo harina hasta que ya no se pegue.

Si tenéis niños alrededor, ahora es el momento de reclutarlos. Siempre suele ser bienvenida la idea de moldear galletas. Guiarles un poco a la hora de darles forma. Os propongo dos maneras:

1- Preparar bolitas y aplastarlas con las manos. Esta es la forma más fácil.


2- Prepara una base lisa y limpia (una mesa puede servir), espolvorea harina y separa una parte de la masa para estirar con el rodillo. Utiliza cortapastas para cortar las galletas. Quedan más bonitas que en el caso anterior pero suelen ser un poco más complicadas para hacer con niños. De todas formas, puedes intentarlo así y si no funciona, lo mezclas todo en una pelota de masa y vuelves a empezar preparando las galletas como en el caso 1. Un consejo: cuando queda poca cantidad de masa, es muy difícil utilizar los cortapastas, aprovéchala para hacer pastas de tipo 1.

Colocarlas en una bandeja de horno enharinada o untada con mantequilla. Si os gustan brillantes, podéis darles una pincelada de huevo batido antes de meterlas en el horno, aunque yo no lo he hecho porque me gustan mates.


En la receta original, no viene temperatura de horno, ni tiempo: “Meter en el horno y sacar cuando estén doradas por arriba”
Así que utilizo mi temperatura comodín: 175º, durante unos 20 minutos en el caso de las pastas de tipo 1 (quedan más gorditas) y unos 16 minutos las de tipo 2. Podéis escoger entre dejarlas más blanquitas o darles un pequeño golpe de grill para que queden un poco más tostadas.



Podemos escoger entre pastas más tostadas y pastas más blanquitas pero, eso sí, bien hechas.


¡A disfrutar del trabajo bien hecho!

No hay comentarios:

Publicar un comentario