viernes, 1 de julio de 2016

Oradour-sur-Glane

Recientemente, durante un viaje a Francia, he tenido la oportunidad de visitar Oradour-sur-Glane. En esta localidad, el 10 de junio de 1944, perdió la vida, prácticamente, la totalidad de su población, un total de 642 personas. Los restos de sus edificios han quedado sin reparar en un intento de recordarnos dónde nos lleva la barbarie.
Aunque para acceder al pueblo es necesario pasar por el Centro de la memoria, la entrada es libre y gratuita, no así las exposiciones (exposición permanente y exposición temporal) en las que se puede obtener información e imágenes de lo que sucedió, relacionado con otros hechos de la Segunda Guerra Mundial.

Algunos objetos cotidianos se han mantenido para recordarnos a quienes vivieron entre estas paredes.










La iglesia en la que las mujeres y los niños fueron reunidos.


Los restos fundidos de las campanas.




El mausoleo en el cementerio.

Los objetos recogidos más frágiles se han guardado tras estas vitrinas. Testigos de sus vidas.

En la entrada del nuevo pueblo de Oradour-sur-Glane, una escultura de un escultor español en memoria de las víctimas.

Y a pesar de que se dejara sin reconstruir para recordarnos a dónde nos conduce la barbarie, no parece que hayamos aprendido ya que en el mundo hay muchos lugares en los que la guerra sigue segando vidas. ¿Cuándo seremos capaces de aprender a vivir respetándonos entre nosotros?

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