miércoles, 16 de julio de 2014

Bretaña (1)

Acabamos de llegar de una corta escapada a Bretaña. Han sido sólo 6 días de los que prácticamente dos han sido de viaje pero han sido muy intensos y nos han permitido ver muchas cosas.
Teníamos que llegar a Antrain, donde teníamos el alojamiento, pero para aprovechar el viaje nos desviamos hacia Carnac. Los alineamientos de Carnac son espectaculares. Hoy en día, debido a las carreteras y a las edificaciones, están partidos en tres yacimientos: el de Menec (con unas 1.050 piedras), el de Kermario (con 1.029 menhires, los más grandes) y el de Kerlescan (con 555 menhires, los mejor conservados). Es posible realizar una visita guiada pero sólo en francés salvo días especificados; por ejemplo, en español el día 16 de julio, pero nosotros ya estaríamos en casa. Si no, se pueden ver desde fuera. Hay una valla y aunque no se puede entrar, es posible dar un paseo alrededor de algunos de los grupos de menhires (los menhires son los más numerosos, aunque también hay algún dolmen y algún cerro) e incluso ir con el coche  por carretera siguiendo las líneas para comprender la amplitud de los restos prehistóricos del Neolítico (entre el V y el III milenio a.C.).

Un pajarillo con su cría en lo alto del menhir.

Me llamó la atención esta planta, con unas curiosas florecillas de color rosa pálido, que ahogaba a las argomas y a las zarzamoras. ¡Increíble!

En esta foto es donde mejor se ven los "alineamientos".

Parece mentira, porque no parecía que ir a Carnac nos hiciera desviarnos tanto, pero el viaje de 745 Km se convirtió en 913 Km. Aunque fuera en dos tramos, se hizo demasiado largo para mi marido. A la vuelta no podríamos visitar Vannes de esa forma. Otra vez será.
Llegamos a Antrain donde nos íbamos a alojar en una chambre d'hôtes. No sé si conocéis este tipo de alojamiento, muy habitual en Francia. Es un bed&breakfast, normalmente localizado en zonas rurales donde los propietarios alquilan habitaciones. Si buscas bien puedes encontrar muy buenos precios. Yo, este año, he andado tarde porque hasta dos semanas antes no sabía si íbamos a poder coger vacaciones todos juntos y no he podido mirar tanto como el año pasado, pero considero que nos ha salido bien. Suelo buscar casas que tengan acceso a cocina o microondas. Te dan más libertad a la hora de las comidas (si te organizas bien) y aligera el presupuesto, sobre todo porque somos cinco y la cuenta de los restaurantes siempre sube.
Una vez instalados y de cenar, a dormir pronto que el viaje ha sido duro.
A la mañana siguiente nos levantamos con más energía. Vamos a ver Saint Malo y Dinard, ya veremos si luego cae algo más.
Llegamos a Saint-Malo pronto por la mañana siguiendo la indicación de Intra-muros como nos ha aconsejado nuestra anfitriona. Aparcamos cerca del Casino, en el puerto, ya que también nos ha dicho que junto al Casino y junto a Correos hay aparcamientos gratis y que si se va temprano es posible encontrar sitio. Según he leído, la ciudad debe su nombre a un monje galés llamado Mac Low que vivió en el siglo VI.

Una fortaleza rodea el casco antiguo. Los empleados del ayuntamiento se afanan para quitar todas las pequeñas hierbas que puedan crecer en las paredes de la muralla.


Han construido una curiosa piscina en la playa para cuando baja la marea.

Las casas son de piedra y tienen cierto estilo militar. Quizá demasiado rectas y demasiado parecidas unas a otras.


Aunque los tejados son curiosos y les dan cierta personalidad.

De vez en cuando, también se ven algunas notas de color en los edificios de piedra.

A destacar: en mi vida he visto gaviotas más descaradas que las de esta zona. El año pasado, en el monte Saint Michel saqué una de las fotos de gaviotas que puse en mi post
(http://unpocoydemas.blogspot.com.es/2013/12/gaviotas.html) y este año he sacado alguna más. Las gaviotas de donde vivo, se quedan mirando de reojo y cuando creen que te has acercado demasiado levantan el vuelo, pero estas ni se mueven. ¡Ah! y como vean un bocadillo...
(ver http://unpocoydemas.blogspot.com.es/2013/12/gaviotas.html)

Hicimos caso de la recomendación de una de las guías que llevábamos de tomar algo en Timothy por los tés y los pasteles y tartas. Aprovechamos que eran las doce del mediodía, no una hora muy inglesa, pero sí para matar el gusanillo pues hacía tiempo que habíamos desayunado. Los tés, muy buenos, las tartas, enormes, quizá demasiado. Yo me tomé mi tarta normanda al calvados achicharrada en vez de flambeada y ya no tuve hambre hasta la merienda. El capuchino era tamaño café con leche y a mi hija no le convenció el chocolate vienés. Al final una "clavada" para no disfrutar demasiado.
Un punto bohemio.

Nos gustó Saint-Malo. Después de Saint-Malo, rumbo a Dinard, la "Niza del norte".

Aparcamos el coche y encontramos el acceso al paseo marítimo que nos lleva por bonitas playas.





Hasta llegar a la playa de l'Ecluse, la estrella de la localidad.

Con sus casetas blanquiazules características.

A Hitchcock también le gustó Dinard y rodó aquí algunas secuencias de su película "Los pájaros".

Sin darnos cuenta hemos dado un largo paseo y el coche queda lejos. "El paseo del claro de luna" que recomiendan en las guías tendrá que quedar para otra vez. Por el camino vemos algunas casas curiosas.


Ya estamos llegando al coche. ¿Quién dijo que las vacaciones eran para descansar?

No os he comentado nada pero, durante todo el día, ha hecho mucho viento así que aprovechando que llevamos la cometa, paramos un rato para hacerla volar.

Una buena forma de descansar es cambiar de actividad, así que en vez de seguir viendo casas y edificios, vamos a ver naturaleza salvaje, naturaleza en estado puro, vamos a Cap Fréhel. En él se encuentra uno de los faros más antiguos de Francia: el faro Vauban, construido en 1685 y el más actual que data de 1950.
Como suele ser habitual en los cabos, el paisaje es agreste y bello.

Los dos faros.

Cap Fréhel.

En este saliente, una colonia de gaviotas, un poco al abrigo.

Nos sorprendió ver este dron con dos operadores, uno para los movimientos y otro para la cámara. Había mucho viento y temimos por él pero le buscaron un sitio más resguardado desde el que bajar a grabar las gaviotas y es increíble la velocidad de bajada que consigue. Mi marido me dijo que llegó casi hasta el agua. Yo no pude verlo, sabéis que tengo vértigo y aunque me esfuerzo mucho, hay cosas que no puedo hacer.

Al fondo, en la punta, Fort La Latte.

Con esta hermosa vista damos por terminado el día. Mañana más.

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